Los impactos socioeconómicos positivos de esta industria son obvios: los fertilizantes son críticos para lograr el nivel de producción agrícola necesario para alimentar la población mundial, rápidamente creciente. Además, hay impactos positivos indirectos para el medio ambiente natural que provienen del uso adecuado de estas sustancias; por ejemplo, los fertilizantes minerales permiten intensificar la agricultura en los terrenos existentes, reduciendo la necesidad de expandirla hacia otras tierras que puedan tener usos naturales o sociales distintos.

Los productos de fertilizantes terminados también son posibles
contaminantes del agua; su uso excesivo e inadecuado puede contribuir a
la eutrofización de las aguas superficiales o contaminación con
nitrógeno del agua freática. Además, la explotación de fosfato puede
causar efectos negativos. Estos deben ser tomados en cuenta, cuando se
predicen los impactos potenciales de proyectos que incluyan las
operaciones de extracción nueva o expandida, sea que la planta está
situada cerca de la mina o no (ver la sección: "Extracción y
Procesamiento de Minerales").
Los contaminantes atmosféricos contienen partículas provenientes de
las calderas, trituradores de piedra de fosfato, fósforo (el
contaminante atmosférico principal que se originan en las plantas de
fosfato), neblina ácida, amoníaco, y óxidos de azufre y nitrógeno. Los
desechos sólidos se producen principalmente en las plantas de fosfato, y
consisten usualmente en ceniza (si se emplea carbón para producir vapor
para el proceso), y yeso (que puede ser considerado peligroso debido a
su contenido de cadmio, uranio, gas de radón y otros elementos tóxicos
de la piedra de fosfato).
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